Hola, mi nombre es Diriana Lacayo y quiero enviarte un abrazo de empatía hasta el lugar en donde te encuentres y me leas –personalmente- sé que han sido tiempos difíciles los que nos han tocado vivir como sociedad, es por ello, que hoy más que nunca me hago consciente de la importancia de que como juventud, es necesario que encendamos ese fuego interno que hay dentro de nosotros y de la necesidad de conectar con nuestra humanidad para ayudar a otros.
Hay quienes dicen que de toda crisis siempre nacen dos caminos: Uno es el estancarse y el otro es el de reinventarse, es decir, que toda crisis puede generar un constante bucle en un espacio atemporal o una oportunidad de crecimiento. Qué camino vayamos a tomar dependerá mucho de la consciencia que tengamos de cómo nuestras acciones y decisiones siempre generan un impacto interno en nosotros y en nuestro entorno, ya sea de manera positiva o negativa.
A mis 23 años de edad, he logrado comprender que si “algo” importa, todo importa. Por lo tanto, debemos aprender a conectar con ese amor y esa humanidad que habita en nuestro ser, por más nublado que se vea el panorama, porque somos la generación que puede tomar el compromiso de ser el cambio que queremos ver en nuestra sociedad.
Desde que yo estaba pequeña descubrí que habían tres virtudes en mí que me hacían diferenciarme del resto de personas, pero que a la vez me conectaban más a ellas, una de esas virtudes es: -mi rasgo de personalidad,ser una persona altamente sensible (PAS); otro es mi vocación de servicio; y finalmente, mi alto sentido por la búsqueda de la justicia social e igualdad de oportunidades para todos y todas.
Teniendo en cuenta todas estas virtudes, aprendí que a través de diferentes voluntariados podía compartir dichas virtudes, desde el amor con los demás.
Sé que como jóvenes tenemos la tendencia de enfocarnos más en aquello que nos hace falta, que en aquello con lo que ya contamos –personalmente- soy fiel creyente que hay virtud en todo ser humano y que nadie está tan vacío como para no compartir con otros un poco de su esencia.
A quienes me leen les puedo aconsejar que pasar tiempo con nosotros mismos es esencial para descubrir qué es aquello que nos hace auténticos y cómo a través de ello podemos dejar una huella en la vida de otras personas.
Echar raíces profundas a través de las cuales pueda crecer un frondoso árbol con un follaje que nos abrace con su sombra y que le permita a otros tomar un descanso, sería una bonita manera de dejar una huella –metafóricamente escribiendo-.
¿Y a vos, de qué manera te gustaría dejar una huella en tu paso por este mundo?
